Esta debe ser la peli neerlandesa más rara del universo, que aquí o son marroquíes criminales, o son historias románticas con tíos quitándose la camisa pero no más y las hembras gimiendo en el cine y destrozándose las uñas mientras zambombean que no veas, así que una especie de comedia de ciencia ficción es como algo inédito. Inicialmente reservé para ir a verla unos días antes, pero al final llovía y me da pereza enchumbarme por cine que estoy casi seguro que no conseguirá una buena nota. La peli se titula Straatcoaches vs Aliens y aunque jamás se estrenará en España, el título, de hacerlo, podría ser truscoluña no es nación, que suena elegantes, o agentes de barrio contra gentuza podemita, suciolista y truscolana, que también suena bien.

Unos julays jinameños tienen que limpiar el barrio de la miasma izquierdosa y asquerosa.

Resulta que en una barriada periférica y marginal hay dos pavos a los que pagan por ser unos agentes de barrio, básicamente sin ningún poder policial. El barrio es una mielda del copón y está a punto de desaparecer y ser reconvertido en una zona para gente con guita. Al parecer en el lugar, unas décadas antes acabó enterrado en cemento un extraterrestre y ahora, con las nuevas obras, sale y empieza a poseer a la chusma y la gentuza local y los agentes esos, acompañados de los más frikis del barrio, tendrán que hacer frente a la amenaza, que el gobierno selló la zona y está pensando en bombardearla y acabar con los dos problemas a la vez. O algo así.

Esto es una comedia de bajo presupuesto con efectos especiales cutrísimos en plan Torrente, con dos panolis que son básicamente dos fracasados y que se ven superados por lo que sucede en su barrio desde el principio y hasta el final. La ciudad es inventada, no existe y lo que sucede en el lugar es absurdo, estúpido y ridículo, pero ahí está la comedia, en la forma en la que el gobierno no duda ni un momento en bombardear y acabar con los residentes, en como estos descubren que con las botellas de gas de reír pueden desposeer a los que han sido poseídos y como se dedican a apatrullar el barrio con drogas y echárselas a la gente. Hay alguna historia de amor cutre entre medias, pero todo en la película es absurdo y en el final, se les fue la mano un montón, que resultó que lo más parecido a un malo que tenían, que era el hijo estúpido y pijo del promotor, se ofrece a sacrificarse por la humanidad en una escena tontísima. Es cine absurdo y para ver y olvidar.

Esto lo odiarán por igual los miembros del Clan de los Orcos y los sub-intelectuales con GafaPasta.