Hoy me di cuenta que la cagué hasta el requetequete fondo y a las dos inmersiones anteriores y a esta, les puse el nombre equivocado del lugar al que fuimos. En realidad estas son inmersiones de Miyaru Kan’du y por la gloria de Mambrú que así será como las conozcamos y posiblemente este fin de semana edito los vídeos y les pongo el nombre correcto. Esta es la tercera y última parte. La música que acompaña este vídeo es la canción Without You de David Guetta.
Vamos avanzando y mirando los preciosos corales negros y la arena y piedritas y toda esa vida minúscula. Es como avanzar por dentro de un acuario. Pasado el primer minuto nos encontramos con un Napoleón grandísimo. Cuando faltan cuatro segundos para el segundo minuto tenemos un encuentro muy especial con dos gobio dardo de fuego o gobio espada, que siempre están cerca del agujero que es su keli y cuando se asustan, desaparecen en un instante en el mismo, como vemos en el vídeo. Después seguimos avanzando y viendo más de lo mismo mientras ascendemos por la pared, que fue prácticamente una escalada.
Después de No digas que no fue un buen trusco, vamos a pillar de perfil algo relacionado con el tema, pero sin estarlo. Como sabe todo quisqui, la chamba para la que laburo tiene tres sedes en los Países Bajos y yo me muevo entre ellas, aunque por goleada voy más a las dos sedes en Bolduque, pero por ejemplo, estas dos últimas semanas, he pasado por la tercera sede, la corporativa, para echarme unas risas con el equipo legal y porque un día me resultaba muy conveniente para poder ir al cine en Ámsterdam y ver una peli con el buceo como herramienta de trabajo, película que viene muy recomendada por Doverinto y el Ancestral y la siguiente ocasión fue porque mi amigo el Turco está por aquí y así lo veo después del laburo, que de la oficina al centro de Ámsterdam hay veinte minutos en tren.
También algo muy pero que muy importante para este retazo de mi vidorra nórdica es que antes de irme a Gran Canaria en Navidades, yo me aprovisioné con varios kilos de castañas que separé en raciones de uso individual, corté y congelé, con lo que cuando regresé de las Canarias tenía mi congelador lleno de castañas y seguí comiendo y cuando esas se me acabaron, comencé a comer de los paquetitos de castañas cocidas del MerkaMamona, que me traje como veinte paquetes y cuando pasé por Málaga volví a aprovisionar y las sigo comiendo cuando me entra hambre entre horas o voy al cine. Todos sabemos que una de las grandes virtudes de las castañas es que incentivan y amplifican el PEOTE y si en tu dieta hay abundancia de garbanzos, judías, alubias, mantienes unas dosis considerables de combustible para el PEOTE.
Y ahora que tenemos el concepto ya bien definido, estaba yo en la oficina y claro, un vaso de agua por aquí, dos capuchinos por allí, otro vaso de agua por allá, que pese a lo que insinúen algunos, mi consumo de agua es el adecuado y está dentro de los márgenes considerados aceptables, así que voy ingiriendo líquido y en algún momento sucede lo que tiene que suceder y me entran ganas de ir al baño. Por casualidades de la vida, el escritorio que uso en esta tercera ubicación está en lo que ellos llaman la zona de trabajo flexible y usamos los que hay disponibles los que no vamos por allí con frecuencia y enfrente de mí estaba sentado un amarillo del país del sol caguiente y noté como se levantó y salió corriendo dando pasitos super-hiper-mega cortos y sin llevarse el telelefonino, que es la señal clarísima y cristalina como los pozos de café, que va al baño para el jiñote, que los amarillos siempre se mueven con su teléfono salvo cuando van al baño, que es algo como más occidental el sentarte en el trono y aprovechar esas tribulaciones y cavilaciones para ponerte al día de tus redes sociales y cuando dan pasitos más cortos de lo habitual es que tienen miedo a cagarse por las patas pa’bajo.
Sabiendo que el amarillo estaba allí, decidí ir a echarme un pis y hacerle un regalo que no olvidaría en mucho tiempo, que por estar en una oficina abierta, llevaba ya más de tres horas almacenando aire y comprimiéndolo, que aunque pueda ejercitar el derecho divino del BUFO, con el pestazo sería muy fácil encontrar la fuente del susodicho y acusarme. Así que ahora tenía mi oportunidad de impresionar al amarillo y me fui, calladito al baño y comprobé que estaba en el cagadero del medio, que era el escenario perfecto porque ese baño tiene el diseño más raro del universo y el primer cagadero fue reconvertido a meadero, con la poceta esa de pared que llaman urinario y que no pueden usar las hembras ni los hombres transexuales y los otros dos son de los de toda la vida, con jiñódromo. Entré en el del meadero, cerré la puerta y calladito, sin hacer ruido alguno, meé. Cuando acabé, invoqué a todo ese aire que maceraba en las entrañas, le ordené que se preparara para obtener su libertad y solté un PEO sonoro de por lo menos seis segundos que después se convertía, por la magia de la combinación de castañas, garbanzos, judías y quizás hasta lentejas en un arma química sin parangón. Salí por patas de allí eligiendo lavarme las manos en la cocina y el amarillo, que procuraba no hacer ruido alguno porque al parecer ellos son seres superiores que no cagan y cuando entran a un baño es como si fuera algo de lo que avergonzarse y no hacen ruido alguno, se quedó en el epicentro de la nube más tóxica que ha sufrido en muchísimo tiempo. Después, pasado un minuto o así, se abrió la puerta del baño y veo salir al chamo, asfixiado porque estaba intentando aguantar la respiración para sobrevivir al ataque químico que sufrió. Cortésmente, le pregunté si le pasaba algo y tenía que avisar a los que tienen los estudios para primeros auxilios y me miró, completamente avergonzado y humillado y me dijo que no, que estaba como una rosa y que no le pasaba nada y mientras volvía su escritorio, yo me quedé allí riéndome de él, que seguro que se estaba cagando hasta en la concha de la madre del que prácticamente lo asesinó.
Seguimos en la primera inmersión del quinto día en Miyaru Kan’du y en este tramo creo que acaba el show de los tiburones y después comenzamos a movernos, ya que para salir hay que alejarse del centro del canal y llegar a las zonas en las que no hay tanta corriente para evitar que el mar nos envíe hasta el recarajo. La música que acompaña este vídeo es la canción Tu silencio de Bebe.
Comenzamos en el punto en el que nos habíamos quedado y tardamos un rato hasta que vemos un enorme tiburón gris estático en la zona, por encima mío. El colega planeaba en el lugar como si no hubiera corriente. Después del minuto y medio llegan unos cuantos más o más bien un montón más, que resulta difícil contarlos y están jugueteando por la zona. En el minuto final tenemos a uno que se acercó un montón y lo podemos ver con todo lujo de detalle y hasta su remora. Después lo vemos alejarse y pasa aún otro, casi haciendo la misma ruta y con ese llegamos al final.
El otro día hablé de la aventura para conseguir la cita con el especialista en Esto te costará un ojo y quizás alguno más y como me apuntaron para una encuesta sobre el cáncer o algo así. Pronto me llegó por correo un carta a mi keli y al abrirla, me informaban que me llegaría un paquete con todo lo que necesitaba para hacerme la prueba, que se supone que me apuntaron para unas estadísticamente voluntarias sobre el cáncer de colón, que un amigo me había dicho que es el cáncer de la mielda, no el del dedo en el culo, que ese es otro. A mí es que estas cosas me confunden porque lo de las cosas que llevamos dentro como que me confunden, que recordemos que yo soy de natural sencillo y africano. Lo que sí tenía claro es que si querían mielda para analizar, ya me podían mandar el tupperware más grande que tengan porque yo con el jiñote, echo unos truscos que son como porras de policías, que mira que he tupido retretes por todo el mundo, desde los Estados Unidos de Gringolandia Putinista, hasta países de Asia como Tailandia, Birmania, Camboya, Vietnam, Malasia, Indonesia o Filipinas, por nombrar alguno de los sitios que no han sido capaces de encauzar mis truscos hacia el más allá. Hasta en mi keli, la lejía es un producto obligatorio, que al menos un par de veces por año la cisterna no es capaz de empujar por el intrincado sistema que hace que siempre se vea agua en el retrete, esos pedazos de mielda de la buena.
Unos días después me llegó un sobre de plástico colorido y por el logo, supuse que estaba relacionado con lo de la encuesta de la mielda, pero allí no había tupperware grande alguno. Al abrirlo, en su interior había un folleto, una probeta de plástico y como dos bolsas de plástico. Me pongo a leer las instrucciones y resulta que no quieren el trusco entero, sino que quieren minúsculas porciones o algo así y la probeta venía llena de un líquido mágico y al abrirla, tenía como un palito con el que pretendían que pinchara los truscos de mielda y después, metiese el contenido en la probeta, la cerraba y la metía primero en una bolsa rígida de plástico y esta en un sobre de plástico que llevaría al buzón de correo y lo mandaría al sitio en el que hacen los estudios. Tremenda decepción, yo que me veía impresionándolos con un trusco de los buenos, que yo les pongo nombre cuando los creo porque son prácticamente como seres humanos que se van a un nuevo universo.
En la parte en la que explicaban la logística, decían que tenías que poner un montón de papel higiénico en el retrete para que este capturara el trusco y evitara que cayera en el agua, ya que las muestras debían ser en seco o algo así. La alternativa era meter un trozo de cartón en el retrete haciendo una plataforma y soltar el jiñote sobre el mismo, hacer el sondeo con la probeta y después, quitar el cartón ese y tirarlo por la valla del jardín en la casa del vecino que peor te caiga. Yo conseguí recalentar las neuronas porque no lo tenía nada claro, que tendría que poner un rollo de papel higiénico entero, quizás dos, si de lo que se trataba es de evitar que un jiñote de medio kilo o más no se moje y lo del cartón lo veía peor, que básicamente impediría que todo el trusco descendiera y llegaría un momento en el que estaría sentado en el trono, con medio trusco en vertical afuera y bloqueado por el cartón y medio trusco aún dentro, como un mal parto. Pensé que igual lo mejor era parar cuando voy a correr en el campo, soltarlo allí, requetequete-pincharlo y después marcharme dejando el regalito. Está claro que los que prepararon la coña esa cagan bolitas como las cabras y nunca consideraron el escenario de un bloqueador internacional de retretes, que ha tenido éxito en al menos cuatro continentes.
Estaba yo con este dilema, maquinando posibles soluciones, sin encontrar una salida natural, simple, honesta y sencilla y pensando que a lo mejor no estaba de ningún Dios que permita comer carne de chancho y tomar alcohol el que yo me hiciera la prueba y ya casi me había convencido a mí mismo que iba a ser de-que-NO, cuando alguna luz lejana en mi kabezón se iluminó y recordé que el retrete de la planta baja de mi keli es INVERTIDO, como se puede ver perfectamente en la foto.
Siguiendo la gran tradición ingeniera germana, antes los hacían por estas tierras con el agujero por delante y una plataforma por detrás, lo cual te permitía echar el jiñote y despedirte con buenas maneras del susodicho antes de bajar la cisterna y enviarlo hacia otros universos. Ya tenía mi solución simple, honesta, natural y sencilla. Decidí hacerlo en lunes, que pasan a recoger el correo, que también decían que la probeta no debería estar mucho tiempo en camino y que las temperaturas del transporte eran importantes, que con un par de grados bajo cero en la calle, no debía ser ningún problema. El lunes me desperté cinco minutos antes, recogí la probeta y bajé emocionadísimo las escaleras, me fue al retrete, me senté en el trono y solté un trusco épico y legendario, uno que podría estar sin problemas en cualquier revista sobre el tema, precioso y se quedó allí, en aquella plataforma, saludándome y curioso. Desenrosqué la probeta, cogí la parte de pinchar y le hice cuatro punciones en cuatro puntos distintos, procurando no recoger kilo y medio de mielda, que en las instrucciones decían que, si había mucho, no podrían hacer las pruebas. Una vez tuve las muestras, cerré de nuevo la probeta, me despedí y le deseé todo lo mejor, siempre, al trusco y bajé la cisterna y claro, pasó lo que tenía que pasar, que por ese agujero tan minúsculo y con el tamaño del trusco, no pasó y se quedó allí, atrapado, sin poder irse. Es que estas cosas solo me pasan a mí. Yo no tenía tiempo para estos dramas, así que le puse una ración masiva de lejía y me piré a ducharme y vestirme, desayuné y salí por patas al buzón para dejar la probeta en su sobre dentro del otro sobre y desde allí seguí a la estación para tomar el tren al laburo. Al volver a mi keli por la tarde, vi la puerta del retrete abierta, miré y la lejía había transformado en una papilla lo que en su momento fue un glorioso trusco, así que bajé la cisterna y cerramos este ciclo de la mielda.
En las instrucciones me decían que con prácticamente todo el mundo, no contactaban y que si contactaban, es porque seguramente habían encontrado algo que quizás no sea bueno y querían apalabrar una cita con un profesional médico o un carnicero, lo que fuese más conveniente. Una semana más tarde, llego a mi keli y hay una carta con el logo de la coña esa y tengo clarísimo que me dio una bajada de tensión, que en las instrucciones decían que no contactaban contigo a menos que ….
No sabía si abrirla o esperar un par de meses y así vivir feliz, pero al final opté por hacerlo y leer el veredicto de mi futuro. La abro, miro y los josdelagran puta me mandan una carta diciéndome que el regalito que les mandé les llegó bien, que lo han analizado, que estaba todo super-hiper-mega bien y que a partir de ahora, cada dos años ya me mandan el sobre gordo para que haga más de lo mismo. Me cagué en las putas sucias y zarrapastrosas que jiñaron a esos capullos, que podían haber indicado en la información que te dan que la primera vez siempre te mandan una carta. Lo único bueno de este disgusto estresante es que al menos sé que en mi mielda lo que hay es mielda y nada más de lo que haya que preocuparse.
This website uses cookies
Esta página web usa cookies para recordar tu nombre si comentas. Asumimos que no te importa pero si te molesta, puedes elegir quedar fuera.AceptarRechazarLeer más
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.