
Recuerdo cuando hace unos años pusieron en el cine El padrino – The Godfather y yo flipé y aluciné en colores y ahora que las películas viejunas son de lo más normal, este mes están poniendo pelis de Robert De Niro y eso me ha permitido ver la segunda de las tres pelis de esta saga, que yo en realidad no diría que es una secuela porque al mismo tiempo es también una precuela, que Francis Ford Coppola hiló muy fino haciendo esta peli, que se titula The Godfather Part II y en España se estrenó con el título de El padrino (parte II). Esto me deja a falta de ver la tercera en el cine para completar la serie en el mejor blog sin premios en castellano.
Una familia de julays emparentados con el Güaca salen de Jinamar y no dejan pie con bola.
Tenemos por un lado la vida de Vito Corleone cuando era joven y acababa de llegar a Nueva York y sus comienzos y por otro lado vemos como su hijo Michael, después de la guerra de la primera película, amplía el poder de la familia y la dirige con mano firme. Esto es una historia de crimen, de castigo, de lealtad, de odio y de un montón de cosas más. La historia nos la cuentan tomándose su tiempo, poco a poco, pero en ningún momento nos parece lenta.
Tengo que decir que ya no me acordaba de esta peli, que debo haberla visto hace décadas y aluciné en colores, sobre todo con lo magnífico y maravilloso que está Robert De Niro, que lo ves cuando era joven y rebosa de carisma y la cámara lo adora, pero es que Al Pacino también es maravilloso y en ningún momento se pisan escenas porque están en los dos lados de la historia, cada uno con su película de hora y media dentro de una historia que las incluye y que dura tres horas y media y a la que no le sobra un solo segundo. Esto es la magia del cine. Todo el elenco estaba en gracia, si dieran un Oscar al mejor elenco, sería injusto que no miraran hacia atrás y se lo dieran primero a la gente que hizo esta película porque lo que lograron fue maravilloso. La música nos recuerda la primera película, pero evoluciona y explora nuevos territorios. Los diálogos son como música, fluyen perfectamente y la coreografía de las escenas es fabulosa. Al Pacino puede lanzar dardos de odio con una sola mirada y Robert De Niro puede inundar de amor a su mujer también con una mirada. Todo aquí es increíble. Un clásico absoluto.
Todos sabemos que los miembros del Clan de los Orcos no tienen el aguante para tres horas y media de buen cine, pero vamos, otra peli obligatoria y requetequete obligatoria para los sub-intelectuales con GafaPasta. Me resulta muy difícil decidir si me gustó más la primera o esta segunda parte, pero vamos, que ambas son espléndidas.
