Las cosas que decimos, las cosas que hacemos – Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait


Yo creo que después del pedazo de título interminable, casi que no hace falta que hable sobre la película porque con tanto título esto tiene que ser pretensioso que no veas. Recordemos para los desmemoriados que el cine francés me produce urticaria, pero después del encierro por culpa de la pandemia podemita-truscolana, con tal de ir al cine hasta voy a ver estas cosas. La película de hoy tiene el pomposo título de Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait y en España se estreno en julio con el aún más pomposo título de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, al que solo les faltó añadir truscoluña no es nación.

Un par de julays chingan sin chingar en sí

Una pava está en una keli en la campiña y el primo de su macho viene a pasar unos días, con su macho ausente por negocios. Resulta que los dos se dedican a pasear, a hacer turismo y como que se encelan y quieren chingar como conejos. A todas estas y a través de flashbacks, allí todo el mundo chinga a derecha y izquierda y aquello es un puterío que no veas, aunque no me quedó para nada claro.

Este es un buen ejemplo de lo pretensioso que puede ser el cine francés. Entre los flashbacks y la historia en el presente, había momentos en los que me habría gustado que me pusieran las pinzas en los ojos como en aquella película de Kubrick para poder aguantar porque el aburrimiento era espeluznante. Hay un montón de rollos, el chamo que viene de visita está encoñado de una que solo lo quiere como amigo, se encoña del mejor amigo del chamo y después lo invitan a vivir con ellos para que los escuche follar. El tío del pavo vive con una pero se la pega con otra y termina dejando a la primera por la segunda o algo así, el chamo se enrolla con la segunda hembra del tío, que seguramente tiene dos o tres rollos más y estoy convencido que hubo algún otro rollo que se me escapó. Con los flashbacks todo es como un vómito después de una hora de digestión, se puede entrever un poco lo que había dentro pero no en detalle y en ningún momento sentí algún tipo de empatía por alguno de los protagonistas. El final, peripatético, con otra pollada aún más gorda que las anteriores.

Un miembro del Clan de los Orcos expuesto a esto seguramente morirá y me imagino que con tanta pretenciosidad, fascinará a los sub-intelectuales con GafaPasta, pero que sepáis que no vale.


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