El reverso amarillo


Digamos que la noche después del Herfst Biertocht Amsterdam 2024 fue interesante, con frecuentes visitas al baño para jincarme litro y medio de agua y para soltar toda el agua que acumulaba, que creo que me desperté cada cincuenta minutos o para beber o para mear o para hacer ambas cosas. El lunes me levanté diez minutos antes de lo normal y tras desayunar, me piré a la sede corporativa de la multinacional del país del sol caguiente en los Países Bajos, que sucede que está al lado del aeropuerto. La razón es que allí me encontraría con mi jefe y un amarillo que es el jefe de la miasma, chusma y gentuza con la que tratamos en el país del sol caguiente y que se organizó una gala de dos semanas y medias dando la vuelta al mundo, parando primero dos semanas en gringolandia, en seis sitios distintos del oeste al este del país y en su último destino hasta le pilló el huracán este con nombre truscolán.

Cuando llegué a la oficina y me tomaba el cafelito, aparecieron los dos chamos y se acabó mi vida tal cual la conocía. A partir de ahí comenzó una sesión de reuniones sin fin a las que yo debía atender, todo eso en medio de una resaca con fuerte resaquilla, así que me arrinconé y miraba callado la pantalla de mi portátil mientras todo el mundo hablaba y hablaba y hablaba y yo no abría el pico y en eso que uno me manda un mensaje y me dice que igual soy un holograma creado con inteligencia facial de esas porque no me había visto nunca así tan modosito y yo le respondo que se vaya a freír espárragos a alguna barriada truscolana y me deje en paz y al poco su jefa contacta conmigo y me pregunta también que cómo es que yo no digo ni pío cuando el amarillo ese cada vez que abre la boca la caga y mi jefe le lame el culillo y yo no lo destruyo allí mismo y en ese instante, como esperaba todo el mundo. Le respondo a esa también que estoy de córpore insepulto pero que mi mente anda en algún otro lugar del que no quiere regresar y uno a uno, todos los que atendían la reunión me mandan mensajes preguntando como es que no le he puesto un punto en la boca al amarillo, dejando para todos ellos el trabajo sucio. El drama continuó hasta las tres de la tarde, aunque paramos media hora en la que yo me fui a caminar con mi mentor de la anterior empresa del país del sol caguiente, que trabaja en la zona y con el que había quedado.

A las tres de la tarde se iban todos para Bolduque para seguir las reuniones allí y yo me disculpé y me quedé en la oficina, que al día siguiente me raptaban y yo paso de meterme en un coche dos horas solo para sentarme en más reuniones y que me den un plato de papeo gratis y después tener que volver a mi casa y llegar a las once de la noche, así que más recuperado, regresé a mi keli y salí a correr para sudar la resaca y acabar de expulsar el alcohol que aún tenía en mis chacras, que debían estar anegadas de cervezas de otoño. Lo peor estaba por venir en los dos días siguientes.


2 respuestas a “El reverso amarillo”

  1. Menos mal que a los corredores no les hacen la prueba de alcoholemia, ni a los empleados resacosos… 🙂
    Salud

  2. XDDD ya podías estar semi-muerto para que la estuvieran cagando y no abrir la boca…

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